Francis
Araque
Xiomara
Rodríguez
Elkis
Salazar
RESUMEN
El propósito es reflexionar sobre la noción de
familia que circula en el sistema educativo como producto del discurso de la
modernidad. En este discurso la representación del “modelo ideal de familia”
manifiesta una incoherencia entre la noción de familia, expresada en las
construcciones teóricas y la noción manejada en la vida cotidiana. Se plantea
construir un nuevo imaginario colectivo, que de cuenta de la necesidad de
revisar el discurso manejado por profesionales del Trabajo Social y otras
disciplinas en espacios escolares, quienes establecen una relación en
permanente construcción, donde se interrelacionan las subjetividades de todos
los actores sociales concernidos en la convivialidad familiar; siendo su labor
significativa en el desarrollo de una conciencia crítica, hacia la construcción
de nuevas nociones de familia que expresen la vivencia social.
Palabras Clave:
familias, espacios escolares, trabajo social, convivialidad familiar.
Introducción
En
el imaginario de los profesionales del trabajo social la noción de familia no
es univoco, adquiere múltiples significados producidos en la realidad personal
y profesional proveniente de la experiencia directa con grupos familiares.
Muchos de estos significados son acallados por la tradición teórica enraizada
en todo el aparato social educativo, no obstante el cuestionamiento que actualmente acontece en
las ciencias sociales desde la crítica a la modernidad, abre un debate que
puede ser beneficioso para la legitimación de voces diversas y plurales.
Con
el propósito de reflexionar sobre la noción de familia que circula entre estos
profesionales en el sistema educativo, adoptamos una perspectiva sociohistórica
a partir de un diseño documental de
campo en un proceso de complejidad creciente que implicó el desarrollo de
varios momentos. Un primer momento se dedicó a la recolección de información
proveniente, por un lado de la revisión de material bibliográfico y, por el
otro, de los registros de campo llevados durante el Seminario de Reflexión
sobre Trabajo Social Familiar con un grupo de trabajadoras sociales que interactúan
con familias en contextos educativos.
Un segundo momento consistió en organizar la
información recopilada estableciendo primero separaciones, de acuerdo con las
variables en estudio, para luego reunirla en un todo coherente. Seguidamente,
en un tercer momento se procedió a levantar el informe de investigación que se ha estructurado para su exposición considerando por un lado las
reflexiones teóricas y por el otro, la noción de familia en el discurso de los
trabajadores sociales.
Concluyendo
con algunas reflexiones en torno al debate actual acerca de la concepción de
familia, como ideario forjado desde el discurso de la modernidad en los países
hegemónicos, frente a otras nociones de familia pensadas desde la pluralidad y
la diversidad como expresión de la vivencia social.
1
Reflexiones teóricas.
Sin
lugar a dudas desde la segunda mitad del siglo XVIII y hasta fines del siglo
XIX se generaron cambios profundos en el imaginario social, en relación a la
concepción de familia. Estos cambios han sido analizados bajo diferentes
perspectivas, desde las puramente sociológicas hasta las referencias psicoeducativas, pasando por los estudios que
pretenden analizar interacciones entre distintos planteamientos. Una mirada
reflexiva a todos estos planteamientos implica una crítica al discurso hegemónico
de la modernidad.
1.1
Reflexiones sobre la
noción familia desde la crítica a la modernidad.
La
idea de que existe una lógica racional y universal de las instituciones (entre
ellas la familia), como rasgo identificador de las tendencias desarrolladas con
la revolución francesa a finales del siglo XVIII, tiene su fundamento, de
acuerdo con Lander (1998), en la cosmovisión liberal, expresada en su
concepción reduccionista de la naturaleza humana, la naturalización de la
sociedad capitalista y el contexto colonial-imperial en el cual se originó el
pensamiento liberal.
El
valor de la uniformidad que nace con la modernidad ha orientado la manera de entender
la institución familiar, como aquella conformada a partir del vínculo legal del
matrimonio, la célula básica de la sociedad, conformada por padre, madre e
hijos, considerado como el modelo más racional y, por lo tanto más válido para
todos, el modelo de familia universal.
Se
trata del modelo de familia construido en el marco de la modernidad, como una
vía para mejorar la calidad de la fuerza productiva de la población,
representativo culturalmente y reconocido como institución social por el resto
de las instituciones sociales como la iglesia y la escuela entre otras, para
garantizar el orden del estado moderno (Carballeda, 2001).
Desde
la modernidad se promueve el ideal del hombre libre, de acuerdo con este ideal
la familia se debe iniciar por la libre elección de los miembros de la pareja e
igualmente, la afectividad entre sus miembros debe ser de signo positivo, con
relaciones inclinadas hacia la tolerancia y la armonía lo que dará lugar a la
felicidad.
Esta
noción de familia que se fortalece como hegemónica con el surgimiento y desarrollo
de la sociedad moderna, resalta los derechos y libertades individuales y se
consolida como la célula básica de la sociedad, como un hecho natural que se
instala en el imaginario social (De Jong, 2001).
En
otras palabras, el “modelo universal” es considerado lo natural, lo requerido
por la naturaleza humana para su desarrollo natural desde sus primeros años de
existencia. Lo contrario o lo que se aleje del modelo natural se califica como
familias atípicas, incompletas, inestructuradas e indeseables para la formación
de las personas en su infancia (Moreno, 1998).
En
resumen, el reconocimiento del pensamiento liberal promueve la instauración de
la noción de familia nuclear como modelo natural hegemónico de la sociedad
moderna
Durante
el siglo XIX los cuestionamientos políticos y teóricos más sistemáticos del
pensamiento liberal se promovieron desde el marxismo; al cuestionar la
construcción liberal de la naturaleza
humana a partir de la experiencia histórica de la sociedad capitalista y
del supuesto de la igualdad político-jurídica entre los hombres en una sociedad
dividida en clases antagónicas, la delimitación liberal de los ámbitos público y privado, en la cual lo público es concebido como lo importante,
lo correspondiente a los hombres, mientras que lo privado es lo no importante,
lo doméstico, el ámbito de las mujeres (Lander, 1998).
En
este orden de ideas, para el marxismo las condiciones materiales de existencia
determinan las formas de vida social, no es natural el paso de la propiedad
colectiva a la propiedad privada, de igual forma que, el paso de la poligamia a
la monogamia mediante el matrimonio no consiste en una evolución natural de la
sociedad sino a razones de causa mayor emparentadas a la forma de establecer el
sistema de producción conjuntamente con la relación entre los hombres de tal
sociedad (Engels, 1971).
En
los últimos años, los desarrollos teóricos más importantes referidos al tema le
han dado continuidad a la discusión, destacándose como postura más vigorosa,
aquella dirigida principalmente a cuestionar ese modelo único y universal de
familia, en oposición a la diversidad de modelos emergentes en la vivencia de
las relaciones familiares.
Al
respecto señala Carballeda, “La familia
es una realidad no homogénea en relación a la comprensión y explicación del mundo,
intereses y proyectos de cada uno de sus integrantes” (2001:67).
Existe
una gran variedad de formas de ser familia producto de un conjunto de fenómenos
tales como: diversas condiciones de organización familiar de acuerdo con características
culturales y ancestrales específicas, los cambios en la formación y disolución
de las uniones, la reducción del tamaño de las familias, aumento de familias
monoparentales (materno o paterno filial), aumento de los divorcios y al mismo
tiempo aumento de las familias reconstituidas o de segundas nupcias, existencia
de la matrifocalidad, matrilinealidad y de la matricentralidad y ausencia de
procreación entre otros (Timó, 2001; Carballeda, 2001; Moreno, 1998).
El
reconocimiento de la coexistencia de diversas formas de organización familiar
(incluida la propia familia nuclear), distintas al modelo moderno de familia,
plantea como aspecto importante, considerar el mundo material y subjetivo de
las familias, constituido por su realidad en movimiento, sus pensamientos y
representaciones, que se hacen presentes a través de ideas que constituyen
significados contraponiéndolos a los constructos sociales simbólicos que
connotan a las familias desde sus semejanzas (De Jong, 1998), lo que invita a
repensar los modos de comprender la configuración familiar porque es difícil
encontrar un concepto de familia que los generalice a todos.
1.2
La diversidad familiar en el entramado social
Existen
múltiples estudios sobre familia y con frecuencia cada autor, presenta su definición, estando detrás de cada
construcción conceptual las percepciones del mundo de quienes la proponen, esto
nos sitúa ante diversas investigaciones filosóficas, éticas, psicológicas y
antropológicas, entre otras, pero en atención a la problemática expuesta este
artículo pretende desarrollar la construcción conceptual fuera de lo
doctrinario y lo dogmático, entendiendo que lo familiar no es monopolio de
nadie, sino que es social y vivencialmente primordial para cada sociedad, la
deliberación se ordena desde una perspectiva de totalidad con base en el
contenido teórico de cada uno de los autores seleccionados.
Haciendo
una breve revisión a las conceptualizaciones sobre familia Quijada (1994),
destaca la existencia de conceptos de carácter amplio o restringido.
En
un sentido restringido, la familia está limitada a la unión de padre, madre e
hijos. De acuerdo con este criterio, se define familia como el producto de la
unión entre un hombre y una mujer en matrimonio con el propósito de estar
juntos, concebir y criar hijos (Pérez Castillo, 2000).
Desde
un criterio amplio, la familia está definida por la consaguinidad proveniente
de un tronco común, en este sentido,
conjuntamente con los padres y los hijos, también está conformada por abuelos,
tíos, sobrinos entre otros parientes (Quijada, 1994). Esta misma postura es
asumida cuando se enuncia operacionalmente familia como:
…un grupo primario formado por padre(s) e hijo(s), y eventualmente
otros parientes, unidos entre sí por lazos múltiples y variados, que se apoyan
y ayudan de manera reciproca y que cumplen diversas funciones en beneficio
mutuo y de la sociedad (Ribeiro, 2000:26).
Según
Quiroz (2000), familia es un término con múltiples sentidos que acepta definiciones
técnicas dedicadas a lograr una medición exacta del fenómeno y definiciones de
‘sentido común’ ajustadas a normas culturales.
Asumiendo
un punto de vista técnico, cada disciplina tiene una definición según el objeto
específico que le ha correspondido afrontar, así Eroles (1998) señala la
existencia de diversas acepciones cuando de definir familia se trata, según
este autor para la psicología, es relevante su capacidad de desarrollo y
experiencia; para la antropología, su condición de ser representativa de la
sociedad a la que pertenece; para el derecho, resalta la vinculación jurídica.
En
efecto, existen numerosas elaboraciones acerca de las diversas maneras como
cada una de las disciplinas define la realidad familiar, hecho en el que es
posible vislumbrar la manera como se piensa en una sociedad, además del
posicionamiento y el comportamiento de lo político con respecto a la familia
(Legall, 1994).
Dentro
de los aportes efectuados a la comprensión del concepto de familia destaca el
realizado por Sigmund Freud (1856-1939),
quien creó el trasfondo teórico y un método de análisis con influencia decisiva
en la manera de comprenderla: el sicoanálisis. Desde la perspectiva
psicoanalítica se considera que la existencia mental y psíquica que la familia
organiza en su historia permite a sus miembros lograr su salud o enfermedad a
través de la modulación de los instintos humanos, la estructuración de la
identificación del yo y el modo de procesar las situaciones traumáticas ().
Porque la existencia de esta institución, en su carácter de espacio
mental y psíquico, es un primer factor, hasta ahora imprescriptible, como lugar
de organización de las tres grandes fuerzas que nos determinan como humanos:
nuestros instintos, que en la familia encuentran su lugar – bueno o malo – de
modulación; las identificaciones que estructuran nuestro yo, y que se producen,
originariamente, en su ámbito; el modo de procesar las situaciones traumáticas
que en forma regular, e inevitablemente, se producen en nuestra historia y, por
supuesto, dentro de la historia de la familia misma. (Merea, 2006 :1).
Desde una perspectiva evolutiva, para Satir (1982), la familia es el
único grupo social que en un corto tiempo pasa por múltiples cambios, tales
como: la concepción, el embarazo, el nacimiento, la aparición del lenguaje en
los hijos, la escuela, la aparición de los maestros, la adolescencia, la
independencia fuera del hogar, la menopausia y la andropausia, el climaterio,
el rol de abuelos y finalmente la muerte de alguno de sus miembros.
Según
esta autora, el concepto de familia apunta a un espacio físico de convivencia
humana, el lugar donde el ser humano puede recuperar el aliento para enfrentar
mejor el mundo exterior.
Como
lugar cultural para Vidal (2000) la familia es:
…la agrupación humana primordial por antonomasia y las más elemental de
todas. Es la piedra angular de la estructura social y cultural; el lugar donde
se construye la cultura: se afianzan las creencias y los valores cognitiva, normativa y
emocionalmente en un solo proceso que trenza las tres legitimaciones y las
arraiga en la propia definición de la identidad del sujeto en formación…en tanto
institución central en los procesos de integración social, la familia efectúa
no sólo la socialización primaria de los hijos sino que también establece
marcos en los que se configuran los sistemas de interacción y de construcción
de identidades de los adultos(Ob.Cit.:1).
Por
eso es justo considerarla matriz de desarrollo e interacción social. La familia
genera y trasmite la forma básica de valor moral: las maneras de vinculación
social, que es lo que sostiene los imaginarios colectivos.
Desde
la perspectiva de Lujan (2000), las definiciones de familia apuntan a un
proyecto relacional que no hace referencia necesariamente a la consaguinidad,
sino más bien a un contexto de aprendizaje que conecta a sus miembros con los
valores socialmente aceptados, a través de un proceso de enculturación el cual
consiste en la transmisión de representaciones y valores colectivos,
indispensables para el desarrollo y la adaptación del ser en sociedad.
En
tanto proyecto relacional para Maturana (1997), la familia está caracterizada
por ser una red particular de conversaciones, por las peculiares coordinaciones
de acciones y de emociones que constituyen su convivir cotidiano.
Para
Loyácano (2002), la familia es una institución social afectada por los cambios
que continuamente suceden en sociedad, razón por la cual realizan nuevas
prácticas familiares que las hacen diferentes (tradicionales, transicionales y
posmodernas), con características propias a cada una de ellas, asume diferentes
estructuras y formas de funcionamientos, sin embargo esto no significan que
sean disfuncionales.
Dentro
de este orden de ideas, Rapoport y Rapoport (1982) identifica cinco fuentes de
diversidad familiar:
A.-Organización
interna: siendo la diversidad el resultado de diversos patrones del trabajo
domestico o del trabajo fuera del hogar y, por tanto, de la naturaleza y
extensión del trabajo no remunerado del
hogar.
B.-Cultura:
la existencia de variaciones en la conducta, creencias, prácticas producto de
afiliaciones culturales, étnicas, políticas o religiosas diversas.
C.-Clase
social: diferencias en la disponibilidad de recursos materiales y sociales.
D.-Periodo
histórico: resultado de las experiencias particulares que tienen las personas
nacidas en un periodo histórico determinado.
E.-Ciclo
vital: los cambios familiares que tienen lugar a lo largo del ciclo vital
(llegada de los hijos, adolescencia, entre otros).
En
síntesis hablar de familia es hablar de diversidad, en este sentido según
Quiroz (2000), es posible clasificar la diversidad familiar a través de la
construcción de la siguiente tipología:
·
Hogar unipersonal, estructura
unipersonal y ciclo individual: persona que vive sola. El hábitat está
constituido por una sola persona, generalmente un adulto. Corresponde a persona
solas que no comparten la vivienda. Surge por opción o necesidad, independientemente
de su situación afectiva, lo que no excluye el desarrollo de relaciones
eróticos-afectivas o de parejas filiales. Es frecuente en las persona solteras,
viudos o ancianos y, crece en grupos poblacionales que han vivenciado procesos
de conyugalidad y parentalidad, prevaleciendo en los estratos altos de la
sociedad.
·
Familia uniparental/monoparental:
corresponde a la unidad familiar que desde su constitución tiene una estructura
monoparental centrada en la figura materna o paterna; o que debido a la
desintegración de la díada parental-conyugal, falta el padre o la madre, sea
por fallecimiento, separación o ausencia temporal o definitiva, y en el cual
junto a los habidos se constituye una familia incompleta.
·
Uniones consensuales: son aquellas
unidades familiares en las cuales hay comunidad de hechos y techos, asidua y
duradera y, en donde la vida en parejas se desarrolla ostensiblemente a los
ojos de los demás, como si se tratara de un verdadero matrimonio.
·
Familias reestructuradas,
recompuestas, reconstituida, simultánea o recompuesta: es la unidad familiar
que se constituye después de una desintegración, reestructurando la díada
conyugal-parental, a través del matrimonio o de la unión consensual. Es decir,
está integrado por una pareja donde uno de ellos o ambos, vienen de tener otras
parejas y de haber disuelto su vínculo marital. En la nueva familia es
frecuente que los hijos sean de diferentes padres o madres; siendo mayor el
numero de hijos que en la forma nuclear o monoparental. Por lo general, la
segunda unión y las siguientes son de hecho, contribuyendo esto, al fenómeno de
la nupcialidad reincidente o repitencia conyugal. Otras denominaciones son la de la familia padrastral y familia
madrastral, dependiendo de si es el hombre o la mujer quien entra a cumplir
funciones parentales con los hijos de la nueva pareja. Por lo tanto, las
familias reestructuradas pueden dar lugar a un nuevo matrimonio, a una
convivencia a una familia agregada.
·
Familia agregada: es aquella
unidad familiar formada por dos personas divorciadas, con hijos, que se casan
entre sí, aportando los hijos de sus relaciones anteriores. En su dinámica se
descubren “los hijos tuyos”; “los míos”; además, “los tuyos del primer matrimonio”;
más “los del segundo”; “los míos del primero”; “los del segundo”; “los míos del
primero”; “los del segundo” y “los nuevos actuales”.
·
Familia adoptiva: es aquella que
nace de acto jurídico o resolución judicial y que crea entre dos personas, que
no son necesariamente parientes consanguíneos, relaciones ficticias y civiles
de parentesco y filiación.
·
Hogar o unidad domestica u hogar
colectivo: es una estrategia de sobrevivencia donde las personas están unidas
voluntariamente para aumentar el número de perceptores económicos lograr
economías de escala. No hay claridad en el tipo de relaciones que media entre
sus miembros, y en cada caso se establece por concertación. Pueden o no incluir vínculos sentimentales, de
autoridad, de solidaridad, de poder, o sólo presentarse uno de ellos; lo
imprescindible es la relación económica de sus componentes. Algunas formas de
hogar más reconocidas son: cuarteles, conventos, campamentos, asilos,
hospitales, hogares estudiantiles, cohabitación juvenil, etc. Como experiencias
atípicas de convivencia, se registran también los hogares de niños de la calle,
orfelinatos, hogar sustitutos, entre otros.
Desde
la perspectiva histórica asumida se reconoce la existencia de una amplia diversidad
de formas de ser familia, expresadas en el mundo de la vida cotidiana.
Constituye un espacio complejo y contradictorio atravesado por modelos
hegemónicos establecidos en el discurso de la modernidad, pero donde confluyen
también, lo deseado por la familia y lo dado en la interrelación texto-contexto
(De Jong, 2001).
En
resumen, se exige comprenderla como una organización en su devenir particular y
contextualizado donde se relacionan, tanto su mundo material, como su mundo
subjetivo en un movimiento tanto externo como interno.
Por
consiguiente, la noción familia escapa de ser una noción solamente intelectual
y se ubica en una lógica de funcionamiento de una persona o de un grupo de
personas bajo la pasión de vivir juntos y compartir el relacionar afectivo en
un lugar. Tal afirmación plantea la necesidad de romper con la concepción
tradicional de familia como forma nuclear (papá, mamá e hijos), reconociendo
otras formas de agrupación familiar que funcionan según su propia lógica.
En
relación a esta postura, Del Campo (1992), afirma; que es erróneo creer que
existe un modelo único de familia, que se transforma a consecuencia de la
actuación de factores exógenos tan notorios como la actividad profesional de
las mujeres, la secularización, o la introducción y liberalización del divorcio. No es así, sino que en un nuestras
sociedades se dan siempre, con grado de vigencia diferentes, diversos modelos
matrimoniales, cada uno de los cuales posee su propia lógica interna. La
comprensión de ellos y de sus respectivas lógicas nos permite apreciar la coherencia
y el sentido de comportamiento y de actitudes que, a menudo, se descalifican o
ensalzan exageradamente, con criterios ideológicos más que científicos.
La
significación que cada actor concede a su propia vivencia abre puertas a una
pluralidad de conceptualizaciones constituyendo en el imaginario social la
disposición a observar desde diversas perspectivas la realidad familiar, la
cual en el decir de Quiroz (2002) está signada por la heterogeneidad en la
composición de las familias no por la homogeneidad como modelo hegemónico.
Parece ser que el modelo de estilo patriarcal que ha imperado por casi
dos siglos de existencia de vida humana, no es el que dominará el Siglo XXI en
el planeta. Tomemos cualquier país de América Latina y el Caribe o de Europa,
incluso el mismo Canadá, y comprobamos que no podemos hablar de una familia
típica ‘Colombiana’, o ‘Chilena’ o ‘Canadiense’. Esto es algo equivocado.
Muchos Cientistas Sociales se han equivocado, haciendo leyes y políticas,
asumiendo la existencia, por ejemplo de la ‘familia típica chilena’, porque tal
cosa no existe. Ellos han empleado este constructo por comodidad, olvidando que
es una visión ficticia, que erradamente usan como base de legislación y de
acción. En verdad, en vez de hablar de ‘la familia’ deberíamos hablar de ‘las
familias’. (Ob. Cit.:142).
Tal
observación, sobre la pluralidad y la diversidad familiar como un fenómeno
social complejo y contextualizado que puede ser definido en momentos de su
devenir, invita a las ciencias que se ocupan de esta realidad a repensar el
término familia en singular, y reemplazarlo con el plural: Familias.
Esta
noción de Familias, desde su propia cotidianidad, demanda una visión de
totalidad estructural y construccionista, que ubica la heterogeneidad familiar
en una relación texto-contexto, y en una relación pasado, presente y futuro, no
desde un determinismo externo definido por
teorías, sino como estructura internalizada surgida de las interacciones
entre los diversos actores sociales que la conforman (De Jong, 2001).
De
acuerdo con esta autora, la totalidad es un producto histórico social que
implica considerar “la experiencia vivida del todo” en una triple mirada, esto
es:
a)
Como esquemas de percepción, pensamiento y acción constitutivos, desentrañando
el papel que las representaciones hegemónicas que producen tensiones entre lo
ideal y lo real.
b)
Como estructuras objetivas, considerando las múltiples modalidades que asume la
estructura familiar y
c)
Como internalización subjetiva de las relaciones familiares de acuerdo con la
propia definición de familia.
Dentro
de este orden de ideas, para las autoras del presente artículo, las diferentes
configuraciones socioculturales de las familias emplazan a romper con la
visión de uniformidad familiar que nace
de la modernidad y construir una nueva mirada que permita comprender el
conjunto de agrupaciones familiares, reconociendo sus propias lógicas
epistémicas en función de sus afectos y necesidades.
2
La noción de familia en
el discurso de los trabajadores sociales.
Los
diversos enfoques con los que ha sido comprendido el concepto de familia en el
Trabajo Social coinciden en registrarla como una forma de agrupación social
existente en diferentes espacios y tiempos, una institución con la que esta
profesión tiene mucho que ver. De esta manera se explica como, entre los
trabajadores sociales, se expresa una multiplicidad de definiciones que fueron
asentadas en el Registro diario llevado durante el proceso de investigación.
El
total de definiciones recogidas se produjeron como fruto del consenso entre los
participantes de los subgrupos, no obstante no se llegó entre ellos a un
consenso general que permitiera una definición única. Fue posible el acuerdo
compartido de ordenarlas siguiendo criterios relativos a: su conformación,
papel social, condición evolutiva entre otros llegando a tener una imagen de
las conceptualizaciones que sobre el particular manejan estos actores
sociales.
Así,
existen definiciones que engloban enunciaciones referidas a aquellas concepciones
que la imaginan desde la conformación de la pareja y su mantenimiento:
“La familia se inicia con la
decisión de una pareja de unirse legal o consensualmente y se mantiene a través
de lazos de amor, confianza y solidaridad mutuos”.
“Es una institución social
fundada a partir de relaciones de parentesco, reguladas por pautas y prácticas
sociales establecidas, y afirmada como el foco de la estructura social, es
decir, un elemento más dentro del sistema social que actúa como socializador
primario, que antecede a la escuela y otros grupos sociales”.
Estas
definiciones distinguen la intimidad al interior de la dinámica familiar con
respecto al papel socializador que se le asigna a la institución familiar
abordando la polémica sobre si es un espacio
privado o público.
Resalta,
en este sentido, una mirada desde las relaciones afectivas y la importancia de
elementos que promocionen la participación, porque:
“…una familia es la creación de
un espacio de relaciones entre sus miembros, esto es la pareja con los hijos y
otros parientes, basadas en el respeto mutuo, el diálogo y la participación”.
Desde
este punto de vista parece que se entiende la importancia de su papel en el desarrollo
de la producción y reproducción de la vida cultural, observándola:
“…
como un grupo fundamental de la sociedad
en el cual los seres humanos realizan sus procesos de nacimiento y
desarrollo, a través del cumplimiento de funciones de protección social a sus
miembros, además de preservar y
transmitir valores y tradiciones a las futuras generaciones”.
Esto
implica el reconocimiento de condicionantes interiores y exteriores existentes
en sus intermediaciones en la relación individuo – sociedad, ya que:
“… sirve de intermediario con el
individuo en la sociedad manteniendo y
proyectando la vida humana y se
constituye en un especie de interprete de las personas hacia la
sociedad a la vez de la sociedad a la persona, la familia sirve a sus
miembros y a la sociedad, la forma como se realice esta intermediación entre la personas y la sociedad. Está directamente
relacionada con las relaciones históricas y las dinámicas societales, así como
también por la etapa del ciclo familiar,
los cambios o condicionantes internos y externos que afectan al núcleo.”
Este
último aspecto constituye una afirmación acerca de la visión de la vida
familiar en su evolución, que se manifiesta en las creencias personales
relativas a los papeles parentales:
“Ambos protagonistas familiares,
deben asumir sus responsabilidades en la formación de sus hijos, bajo un criterio de
mutuo acuerdo y tratamiento; sin olvidar el proceso evolutivo de los
mismos, porque los que hoy son niños o niñas, después serán adolescentes, luego
adultos y al igual que sus padres se enfrentarán a los mismos compromisos”.
Por
otro lado, surgen voces referidas a la ubicación del espacio de vida familiar,
definiendo familia como:
“Conjunto
de personas que viven habitualmente bajo el mismo techo y que por otra parte
están ligadas entre ellas por lazos de parentesco, afinidad, afecto o amistad”.
Quizás
esta definición esté relacionada con la actividad que le ha dado concreción
desde sus orígenes a la vinculación trabajo social – familia, se trata de la
visita domiciliaria.
Una
definición, que probablemente también esté relacionada con las acciones propias
del ejercicio de los trabajadores sociales es la siguiente:
“La familia tiene un papel
estelar en las acciones comunitarias para el mejoramiento de la calidad de vida
en la salud, la estructura humana y la construcción de la vivienda, así como en
la formación de diferentes tareas que organizan la vida en sociedad tales como
la recreación, la educación, la atención a los niños y a los adolescentes”.
Un
aspecto en el que existe coincidencia entre los trabajadores sociales participantes
de este estudio acerca de la necesidad de avanzar hacia conceptualizaciones de
familia que reconozcan la diversidad de la familia venezolana:
“… en la familia venezolana, la
conformidad padre, madre e hijos no es el único patrón existente en el mundo
popular, con el que nos relacionamos, ya que la heterogeneidad de esta
estructura se manifiesta a través de la coexistencia de varios tipos de vida
familiar”.
De
esta manera, la diversidad familiar se encuentra expresada en los discursos
cotidianos, sin embargo aún hoy en los textos escolares continuamos observando
nociones de familia en singular en correspondencia con las ideas de
homogeneidad y uniformidad.
3.-Reflexiones finales
Hacia una posición
reflexiva ante las diferentes nociones de familias.
En
el campo de las ciencias sociales, cada disciplina se diferencia por el modo de
aproximarse a la realidad, el modo de mirar y de intervenir lo social, en este
caso el modo como profesionales del Trabajo Social se acercan al tema familiar
va a depender de su posición epistémica. En este sentido encontramos desde una
concepción homogeneizadora y uniforme de familia hasta una concepción
pluralista o enmancipadora.
A
partir de la concepción homogeneizadora de la naturaleza humana se responde al
discurso propio de la modernidad, considerando la familia una institución
natural, que independientemente de su momento histórico debe cumplir con su rol
socializador para la reproducción de la vida en sociedad (De Jong, 2001).
Desde
esta óptica, se cumple un papel instructor que consiste en moralizar los
valores de la modernidad, a través de una socialización progresiva escolar que
trasciende a lo familiar, sobre la base de la representación del modelo nuclear
de familia naturalizado, que contribuye a nutrir vínculos sociales de orden
jerárquico y de sometimiento (Cichelli y Cichelli, 1998).
No
obstante, las complejas relaciones entre profesionales del Trabajo Social y
familias, vivenciadas en el día a día, exigen una concepción pluralista y
emancipadora que reconozca la diversidad familiar.
Es
evidente, que las familias tienen diferentes formas de asumirse, dada su
capacidad de reinvención, en este sentido estamos, ante múltiples formas
familiares que se construyen desde las cotidianidades y se alejan de la
concepción normalizada por la racionalidad moderna. Siendo los propios hechos
familiares quienes nos aporten los elementos para reflexionar en torno a las
diferentes nociones de familia en el discurso escolar.
En
síntesis, el reto actual para estos profesionales en nuestro país es asumirse
como actor social, crítico y emancipador al reflexionar sobre las realidades
familiares existentes en los contextos escolares, para lograrlo será necesario
irrumpir la homogeneidad del discurso heredado de la modernidad con discursos
sociales emergentes, una tarea encomendada.
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