UNIVERSIDAD CENTRAL
DE VENEZUELA
FACULTAD DE CIENCIAS
ECONÓMICAS Y SOCIALES
ESCUELA DE TRABAJO
SOCIAL
Profa. Miguelina Montiel
Coord. de Prácticas Profesionales
29 de Enero-02 de Febrero de 2008.
Valencia. Edo Carabobo
La problemática social en lo s tiempos
actuales y futuros, así como la formas
de abordarla, asume una complejidad de tal magnitud, que sitúa al trabajo
social en un horizonte donde el reto marca la pauta.
Es conocido por
todos que con la supremacía del trabajo muerto ante la preeminencia de las
transacciones financieras sobre la actividad productiva, el mercado laboral
sufre un proceso de reestructuración a partir de la reorganización de la
economía mundial, minimizando cada vez mas sus posibilidades como ente oferente
de empleo, en consecuencia, la puerta de entrada de la mano de obra al
precitado mercado se hace cada vez mas estrecha.
Simultáneamente
en la medida que se limita la calidad empleadora, se expulsa una considerable
masa de trabajadores cuyo lugar como mano de obra activa estuvo temporalmente
asegurada.
Dada la
complejidad del espacio sociolaboral podemos aproximarnos desde lo social, sin
pretensión de subvertir los saberes, la plataforma legal y el manejo jurídico
del área, a una clasificación osada y novedosa de la población trabajadora.
En el entendido
de que el término económicamente activa, si bien en el plano de lo formal-establecido, responde a ciertos
standares aceptados, en el plano de la informalidad pierde su secularidad, debido
a que dicha noción cada vez cobra
mayor validez para representar la lógica de la dinámica social de las mayorías por su
semejanza con la realidad de sus vivencias.
El trabajador o
trabajadora comprende no solo al contingente poblacional cuyas edades lo
tipifican en el rango con suficiente vigor y energía para acreditarlo como
fuerza laboral económicamente activa, sino que agrega a niños, niñas y
adolescentes, adultos y personas de la tercera edad, de sexo femenino o masculino, que independientemente
de la edad, fuerza o condición física, realizan ciertas actividades para
obtener dinero y poder así satisfacer en la medida de las posibilidades sus
necesidades, y que en algunos casos obtienen nada más lo necesario para
sobrevivir.
Partiendo de
estas premisas, la clasificación parte del vínculo que establece esta población
con el mercado laboral y las características contractuales de dicho mercado.
1.- Los sobrevivientes del mercado laboral
regulado: constituye este grupo los obreros/empleados cuya relación laboral
esta regida por reglas tradicionales, a saber: aquellos que conforman las
nominas de entes públicos y/o privados amparados por contratación colectiva,
gozan de los beneficios contractuales contemplados en el marco jurídico que
reglamenta dicha relación laboral. Caso particular es el del personal
domestico, que si bien no esta amparado por contratación colectiva alguna, hoy
se le reconocen algunos derechos laborales.
2.- Los que sobreviven en el mercado laboral
formal desregulado: la relación se establece por la vía de contratos a término
y el cumplimiento de tareas ocasionales, están desprovistos de cualquier
beneficio derivado de la seguridad social.
3.- Los incorporados a la economía informal:
en este rubro es necesario reclasificar:A) Los dueños de las mercancía. Cumplen funciones de vendedores y a la vez
actúan como contratantes de terceros mediante una relación por supuesto
desregulada. B) Los vendedores. No son dueños de la mercancía y reciben un
beneficio económico por el trabajo realizado mediante la relación precitada, es
obvio que no están amparados legalmente, por tanto no disfrutan de beneficios
enmarcados en la seguridad social. Cabe destacar la complejidad de este sector , como lo evidencia los
diversos y fallidos intentos hechos por el Estado para regularizar su situación.
4.- Los trabajadores en áreas no
tradicionales o emergentes: en este
rubro se indican, en primer lugar, los trabajadores incorporados en actividades
cuya naturaleza pone en riesgo la salud, y hasta la vida de los involucrados,
implica toda la variedad de los “recogedores” de lata, cartón, de madera y de
cualquier otro tipo de desperdicio y de desecho. Por los riesgos ocupacionales que comportan
esperan el pronunciamiento propositivo de los cientístas sociales, de la
medicina laboral y de la seguridad industrial, dada la precariedad de las
condiciones físico ambiéntales y de seguridad inherentes a la naturaleza del trabajo.
En este tipo de oficio la condición infrahumana
campea, el trabajo en su connotación “posmoderna”, asume una nueva dimensión, la
co-vulnerabilidad laboral, toda vez que en la ejecución de las tareas que le
son propias, los individuas establecen unos nexos relacionales con el entorno de
trabajo inmediato en cuya lógica la integridad personal pasa a ser condición no
de segundo, si no de último orden.
En segundo lugar, tenemos otra gama
de trabajadores, cuyos oficios son igualmente emergentes, pero tienen un patrón
de ejecución menos lesivo, incluye los “llenadores” en las líneas de
transporte, los vigilantes de estacionamientos improvisados y los “agentes
comunicacionales itinerantes”, entre otras, que bien pudiesen catalogarse dentro
del rubro de la informalidad, pero no como vendedores de mercancías, pues en
todo caso son prestadores de servicios.
Tomando en consideración las
derivaciones socioculturales de estas nuevas formas que asume la lógica
laboral, debemos hacer mención a la subcontradicción implícita en la macro
contradicción de la relación capital-trabajo, cuya máxima expresión es, que a mayor complejidad de la “cuestión
social” menor es la capacidad del estado para resolverla, en pocas palabras, las estrategias aplicadas
para la equitativa redistribución de riquezas y para la canalización de las
demandas sociales están caducas,
Las condiciones y la calidad de vida
de la población se ve seriamente afectada, por una parte, se acrecienta la
pobreza, en el entendido de que sus manifestaciones se conjugan y potencian
entre sí, y por la otra, la falta de empleos con ingresos que hagan contrapeso
a la inflación, exacerban el fenómeno de la exclusión., a decir de Sonntag,
estamos ante una creciente incapacidad de los dispositivos
socio-institucionales “normales” para resolver los problemas que surgen.
(Sonntag 1999, p. 25).
En este contexto
surge la propuesta del comandante Hugo
Rafael Chávez Frías , basada en el
estado de derecho y justicia social.
Es un Estado orientado a
la distribución de la riqueza social, para lo cual, el Estado a la vez que
asume el rango de empresario, regula el crecimiento económico y orienta el
proceso conforme unos objetivos nacionales trazados en los planes nacionales.
Pero además entiende la democracia como ejercicio no solo de derechos
políticos, la democracia formal, sino que propicia condiciones para la
socialización de la esfera estatal, lo que se expresa en democracia económica y
social. (S.N.A. s/f, pag. 33).
En el plano de las políticas públicas, la asistencia por parte del Estado se maximiza
cada vez más por el aumento creciente de recursos destinados a estos menesteres,
y por el interés en conectar satisfacción de necesidades y respuestas cónsonas
con los mundo de vida de la gente
Por otra parte, la trascendencia
de la democracia formal a la democracia sustancial, implica la
supremacía de lo social, con el debido rompimiento de los nexos de
subordinación a lo económico
.Las políticas sociales se mantienen en el renglón de la compensación, si
bien hay una innovación, encarnada en las misiones, cuyos efectos inmediatos
los evidencia el aumento del consumo, al contemplar en varios casos, además de
la prestación de servicios, la entrega directa de recursos efectivos, los impactos en la tan ansiada equidad aún les
falta subir parte de la cuesta que representa la burocracia e ineficiencia de
las viejas y nuevas instituciones . Se aplican planes como estrategias
eminentemente operativas con carácter temporal, se alargan en la práctica y
fenecen en el tiempo sin tener un norte definido.
.
Haciendo una
distinción epistemológica hoy más que nunca cobra vigencia la intervención
profesional, en el entendido de que:
Las
políticas diseñadas en las últimas décadas no logran impulsar procesos de
transformación estructural que conduzcan al crecimiento de la economía real y
al mismo tiempo al mejoramiento de la distribución del ingreso en términos de
provisión de empleo mejor remunerado y de prestación de servicios públicos básicos a niveles dignos para la
mayoría de la población. (Del
Rosario y otros. 1999, p. 7).
Es imperativo clasificar la experiencia profesional acumulada y no
socializada, urge la profundización de la investigación y la sistematización de
experiencia, a la luz del acontecer profesional y de las prácticas generadas en
la relación con los sujetos de atención. Hay que destacar que la relación
Trabajo Social-población atendida, no debe circunscribirse a la dinámica
enmarcada en la lógica institucional derivada de las demandas de la población
carenciada. Como se ha descrito a lo largo de la exposición, A pesar de la
diversificación de las políticas sociales, de los cuantiosos recursos
destinados para atender a la población necesitada y de los avances de la
democracia participativa y protagónica, la calidad de vida de las mayorías espera
por resultados concretos, materializados en satisfacción real de necesidades,
cuyos satisfactores superen la cantidad y alcancen la calidad.
Procede entonces, tomar también en
consideración la lógica de las relaciones directas, entre Trabajo Social- y los
sujetos de la acción profesional, agrupados de acuerdo a necesidades e
intereses particulares, traducidas en condiciones que los tipifican como
vulnerables y/o excluidos, y que devienen en una heterogeneidad de situaciones
en virtud de las multivariadas expresiones de la exclusión:
En
términos de relacionamiento de los trabajadores sociales con los actores, no
dudamos que éste no puede darse desde la simetría del rol, sino desde el papel
mediador, y con la intencionalidad educativa en función de favorecer la
realización de aprendizajes por parte de los usuarios, de modo de facilitar la
construcción de su actoría social y su protagonismo. (Melano: 2001, p. 164).
Ante las deficiencias para diseñar e
instrumentar políticas sociales eficaces y efectivas, la citada población desarrolla
sus propias lógicas existenciales, las cuales deben ser estudiadas y
potenciadas con criterios de convertibilidad. Operando e interviniendo en la
exclusión para superarla y transformarla en inclusión.
De
lo que se trata es de atacar las raíces de esas condiciones denigrantes, para
enfrentarlas a través de las estrategias que permitan en el marco de las
misiones y otros programas compensatorios y focalizados generar riqueza; así
como mecanismos e instrumentos para la producción - distribución equitativa, y
a la vez impulsar verdaderas políticas sociales, cuyos cursos de acción hagan
escala en el mediano y largo plazo, porque el corto plazo está resuelto con
medidas inmediatistas y de corto alcance.
Es
impostergable ampliar la visión y redefinir lo social. Para nadie es un secreto
que la desvinculación entre lo económico y lo social es un factor fundamental en la ineficiencia de las
políticas sociales; pero tampoco es un secreto que la economía como ciencia que
se explica en si misma hace tiempo perdió vigencia, de hecho, la realidad
latinoamericana lo demuestra, en tanto los modelos de desarrollo centrados en
el crecimiento económico han demostrado su incapacidad histórica para enfrentar
la pobreza y la inequidad.
Por
otra parte, la pérdida de la capacidad negociadora de los agentes responsables
del ejecútese, de dichas políticas, es concomitante con la proliferación de
instituciones encargadas de implementar las políticas sociales, lo que ha
contribuido a la degradación y la
pérdida de legitimación de lo social.
El desafío para el Trabajo Social hoy, pasa
precisamente por su contribución al redimensionamiento de lo social, en el
marco del estado de derecho y justicia social. El Estado social.
Es un enunciado que permite establecer la
vinculación de las acciones gubernamentales con los derechos sociales
reconocidos formalmente en la Constitución y en los tratados internacionales .
Es un concepto jurídico político que define un tipo de Estado, cuya
característica es producir la integración dentro de la sociedad, aceptando la
pluralidad de actores. (S.N.A, Opus.cit,
Pag. 35)
La coyuntura socio-política redimensiona la
participación social, la cual es concebida como democrática y protagónica,
entendemos el protagonismo, como un proceso dialéctico, cuya práctica conlleva
a la transformación de los sujetos una vez activados en el ejercicio de sus
acciones, las cuales determinan también la transformación de la realidad en la
cual se materializa la acción.
E El Estado democrático para la mayoría
resulta ineficiente, no porque la
democracia como régimen no sirva, sino porque el sistema implementado para
operarla y manejarla, no ha asegurado su efectiva realización. Y ante la
precariedad y mediatización de la democracia política, se levanta el fantasma
de la inviabilizada democracia social y económica. (Bobbio, 1976. Pag.193).
Esta democracia social y económica solo es
posible redimensionando lo social, en el caso venezolano, luego de la década
perdida en los años 80, en la actualidad la dimensión social ocupa un sitial
tan importante como la dimensión política y la dimensión económica lo que implica su revalorización, con la
consecuente amplitud del mercado ocupacional para los Trabajadores y
Trabajadoras Sociales, y de la posibilidad de enriquecer las prácticas sociales
de los sujetos de nuestra acción.
El verdadero desafío hoy, consiste en
aprovechar esta gran oportunidad para contribuir a ese redimensionamiento, con
la implicancia política que el circuito de intermediación le confiere a la
profesión., es hora de tomar parte proactivamente en la formulación de
propuestas, viables y acordes con la efervescencia participativa del momento, y
acabar con la práctica tradicional, aún vigente, cuyo formato para la toma decisiones
respecto a las acciones resolutivas en lo social corresponde a quienes precisamente,
desconocen la materia, con los nocivos efectos en términos de efectividad
cualificada.
El presupuesto anterior encierra una
reflexión obligatoria respecto al componente ténico- profesional presente en la
formulación y ejecución de las políticas sociales. Es evidente que si bien, lo
político juega papel preponderante, la clase desfavorecida reclama respuestas
contundentes ante los graves problemas que le aquejan: Salud, vivenda,
desempleo, inseguridad, entre otros.
Redimensionar lo social hace imperativo
redefinir su sentido y significado, porque si bien política y jurídicamente es
un hecho el rescate y preeminencia de lo social, en la arena técnica operativa falta mucho por hacer, a la
luz de las mutaciones civilizatorias devenidas a partir del quiebre del Estado
de Bienestar y la inoperancia del Estado neoliberal. Es hora de adjudicar al
Cesar lo que es del Cesar por las siguientes razones:
·
La
aureola de conflictos que ha teñido la
atmósfera societal, cuya génesis está en
las desigualdades sociales, avizoran una nueva lógica civilizatoria,
cuyas señales indican, que sin saber aún de que se trata, el embrión está gestado.
·
Los
cambios devenidos por la creciente complejidad de la cuestión social y la flagrante incapacidad de las reformas para resolverla, obliga a concebir y reeditar
una sociedad motorizada por el paradigma de la otredad, donde quepan y ejerzan
la ciudadanía los unos y los otros, con capacidad y posibilidad para dar cuenta de que las
carencias históricamente determinadas, sean históricamente atendidas y
resueltas.
·
El avance de la técnotrónica, las
telecomunicaciones, y de las grandes teorías económicas, desarticulados de lo
social, desvanecen tanto el discurso estadocéntrico, como el discurso mercadocéntrico, profetas de una nueva lógica
relacional societal, soportada sobre la igualdad y/o libertad, equidad,
justicia, corresponsabilidad y participación, con la consecuente pérdida de
credibilidad en los líderes políticos de ambas tendencias.
·
Por
último, y a conciencia de que la realidad y la imaginación son semilleros para
mencionar otras razones, los esfuerzos hechos desde la ciencia social para
ofrecer mecanismos y satisfactores para
resolver los problemas que afectan a la población, serán cada vez más
ineficaces, mientras las oportunidades
estén a la orden del consumo, pero no en el plano de las condiciones para
producir, distribuir y adquirir los bienes , de tal forma que los ingresos de
las mayorías se sitúen en un nivel que
garantice la consumación de la ciudadanía, a través del ejercicio de los
derechos por la vía de los hechos
concretos relativos a la ampliación de la cobertura, el aumento en la calidad
de los servicios, la ingerencia directa de
la gente en la satisfacción de las necesidades, y el cambio cultural desde
el Estado y de la gente sobre el enfoque
de la participación, para que el antivalor del clientelismo sea
sustituido por el valor de la
corresponsabilidad entre políticos y ciudadanos.
Sin pretensiones de autosuficiencia, y en
el entendido de que la ciencia social la integran diversas disciplinas, por ser
los y las trabajadores (as) sociales los
profesionales con un accionar directo y permanente en el rompeolas de la
atención a lo social, al articularnos con los sujetos de atención por la vía de
la intervención-acción, a medida que recojamos la experiencia que estos nuevos
procesos deparan , podemos estar en la cresta de la ola, y ofrecer productos
acabados con el valor agregado que ofrece la vinculación con los oferentes y
con los demandantes.
Se debe significar que los demandantes
tienen hoy día ingerencia directa en la gestión pública, y en forma más
expedita en el contexto local, mediante los mecanismos y espacios que la
Constitución de la República Bolivariana le ofrece, y la trayectoria de lucha y
empoderamiento de las responsabilidades y atribuciones que el Estado social le
confiere, en consecuencia, los espacios
institucionales así como las prácticas de las comunidades conforman un prado
con distintas especies que requieren ser regadas con nuestra labor para que den sus frutos, con menos tropiezos y
mayor alcance, en un escenario donde el dialogo de saberes, dé la pauta, todo
ello propiciado por el circuito de intermediación.
Debe quedar claro que en dicho circuito
ocupamos el lugar del centro querámoslo o no . Es una combinación estructural y
no una opción ideológica o una definición política (García.1998.Pag. 35)
Esta condición implica que el desempeño
profesional independientemente de posturas ideopolíticas debe responder a la
satisfacción de las demandas y necesidades, y al mismo tiempo definir y
ejecutar programas enmarcados en la filosofía institucional.
El
trabajo Social no se desenvuelve como práctica profesional, en una comunidad de
intereses cohesionada por la doctrina como código común, ni se ubica en calidad
de creyente o servidor comprometido, sino como un trabajador asalariado de una
institución que tiene objetivos precisos, e incluye al Trabajador Social como
un especialista que puede intervenir en el tratamiento del problema social. (Ibidem.
Pag.36).
Este
planteamiento es clave en la coyuntura actual del país, por el clima de
enfrentamiento político. La pérdida de la consulta para reformar la Constitución,, durante el mes de Diciembre,
coloca a las instituciones en un proceso de revisión, rectificación y
reflexión, tal como lo planteo el presidente.
Los
Trabajadores Sociales debemos contribuir para que se dé un proceso que
trascienda la simple búsqueda de las causas que propiciaron la derrota, y
arribe a conclusiones que permitan una revisión profunda de la definición e
instrumentación de las políticas sociales, tomando en consideración los
intersticios que obstaculizan un real sistema de poder que modifique
sustancialmente las relaciones entre el Estado y las fuerzas sociales, se trata
de que realmente el pueblo tenga y haga uso del poder, sin que sea mediatizado
por la propia fuerza política que teórica, instrumental y jurídicamente se lo
atribuye
No
hay que olvidar que los intereses de Tirios y Troyanos tienen vida propia y su
organicidad existe más allá de las fronteras limítrofes de la profesión. Se
hace necesario considerar la dimensión técnico-política del acontecer y
resolución de los problemas sociales, así como también del factor ideológico
de las políticas sociales. Si el
objetivo final del Trabajo Social es contribuir a elevar la calidad de vida de
los sectores afectados por los efectos de las características que reviste
actualmente la contradicción capital-trabajo, mediante la modificación de las
variables que inciden negativamente en las condiciones que caracterizan y
transcurre la existencia de las mayorías, el ejercicio profesional no puede
llevarse a cabo ilusamente, se requiere manejar la racionalidad política y la
racionalidad técnica porque las transformaciones a la cual se debe la profesión
, comportan acciones e intereses políticos, de allí la necesidad de manejar
destrezas negociadoras, de liderazgo y de inteligencia emocional, que faciliten
el establecimiento de alianzas, sin las cuales la viabilidad de las políticas
sociales se torna irreal.
Los destinatarios sujetos de la acción profesional esperan y merecen
competencias, lucidez y acciones que redunden en la canalización y superación de las situaciones vivenciadas,
sin distingo de su condición política.
BIBLIOGRAFÍA
-
Bobbio,
Norberto. La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento
político. Fondo de Cultura Económica., 1976
Del Rosario, Helia. Ruptura de la Política
Social Estadocéntrica. Revista Nueva Sociedad, S/N. Caracas, 1996
García S. Susana. Especificidad y Rol en
Trabajo Social. Curriculo-Saber-Formación. Lumen/Hvmanitas. Buenos Aires, 1998
Melano,
María Cristina. Un trabajo Social para los Nuevos Tiempos. Lumen/Hv,anitas.
Buenos Aires, 2001
Servicio Autónomo Sistema Nacional de
Adiestramiento. Formación para el Fortalecimiento de las Relaciones
Estado-Sociedad en el Nuevo Marco Constituciona. S/F. Caracas.
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